La audiencia unipersonal a cargo del juez Javier Aranibar se lleva a cabo en la Sala I del Tribunal de Juicio.
La testigo de hoy, aportada por la defensa, actualmente es docente y reside en Zapala (Neuquén). Dijo conocer a Zarza porque ambas fueron monjas en la misma comunidad religiosa. Precisó que ingresó a la congregación en enero de 1998 y egresó en noviembre de 2003.
Refirió que la imputada había entrado a la orden un año antes que ella, aproximadamente, y que mientras hizo el noviciado les tocó convivir en la casa que la comunidad tenía en Campo Santo. Luego, a ambas les encomendaron diferentes tareas y destinos y se volvieron a encontrar en 2002, en la casa que la congregación tenía en Lumbreras. Por ese entonces, Zarza ya era superiora. La testigo agregó que en 2003 la derivaron a la secretaría de la Parroquia de la Santa Cruz. En noviembre de ese año abandonó la congregación.
Acerca de las actividades que desempeñaba la imputada, contó que Zarza se encargaba fundamentalmente de organizar retiros espirituales y que viajaba mucho. Además sabía de teatro, baile y canto. La testigo explicó que los superiores de la congregación les asignaban roles a las hermanas de acuerdo a sus capacidades y a su carisma. A ella y a Zarza siempre les encomendaron la tarea de trabajar con jóvenes y adultos, nunca con niños, remarcó.
Consultada acerca de las rutinas dentro de la comunidad religiosa y de sus funciones dentro de la secretaría parroquial durante 2003, la testigo explicó que esa oficina estaba separada de los baños públicos por un patio, por lo que los sanitarios eran visibles. Señaló que siempre estaban atentas, mirando, porque las puertas de la iglesia permanecían abiertas y los baños eran utilizados por gente de afuera. No recordó haber visto cámaras de seguridad en las instalaciones.
Precisó que la casa ubicada junto a la parroquia pertenecía a la rama masculina de la orden, por lo que las hermanas no tenían libre acceso ni podían circular sin permiso por ese lugar. Ellas usaban un baño privado ubicado en ese inmueble, pero para hacerlo debían tocar un timbre y un portero les habilitaba el ingreso. También refirió que existía una biblioteca, pero aclaró que no era pública porque también estaba dentro de la casa de los monjes. Dijo que era un cuarto de dimensiones reducidas y que las hermanas no solían usar ese espacio.
La testigo afirmó que conoció a la madre de la denunciante y recordó que iba con frecuencia a la parroquia, junto a su hija, a buscar donaciones. Remarcó que la mujer era hermana de uno de los superiores y que por este vínculo tenía un trato preferencial. Dijo que se enteraba cuando llegaban donaciones grandes de mercadería e iba a retirar los bolsones.
Sobre el ingreso y permanencia de menores dentro de la parroquia, la testigo aseguró que las mujeres que iban con sus niños se hacían cargo de ellos. Dijo que las hermanas siempre tenían muchas tareas asignadas y no tenían tiempo para cuidar a los menores. Tampoco era su función.
La testigo explicó que se enteró por los medios de comunicación de la denuncia radicada contra Valeria Zarza. Luego, se comunicó con ella por whatsapp y conversaron sobre el tema.
Finalizada la declaración, el juez pasó a un cuarto intermedio hasta mañana, oportunidad en que se tomarán nuevas testimoniales a través de videoconferencia. En este caso, a profesionales (psicólogos y psiquiatras) de La Plata y CABA.
Juicio a una exmonja por abuso sexual
Declaró otra exintegrante de la congregación religiosa05/11/2019. Con la declaración por videoconferencia de una exreligiosa de la congregación Discípulos de Jesús de San Juan Bautista continuó el juicio seguido contra Valeria Vanesa Zarza (46), imputada por abuso sexual simple continuado y abuso sexual gravemente ultrajante continuado, en concurso real, en perjuicio de A. M. M. S.