Seguramente, dentro de algunos años nadie olvidará el 1 de mayo de 2020.
La historia dirá que en Salta, como en el resto del país y del mundo, una celebración cara a los sentimientos de todos debió recluirse en las redes sociales, por no poder salir a las calles por temor a un virus, que justamente paralizó al mundo del trabajo, asestándole un golpe tan fuerte, que lo obligaría a revisar y cambiar usos y costumbres de larga data.
Y así, tras una cuarentena que duró más de cuarenta días, Salta, la Argentina y el mundo reescribieron la forma en que se debe llevar adelante el trabajo. Se puso de moda la palabra protocolo, que pasó a ser el decálogo de las buenas prácticas laborales en todos y cada uno de los rubros.
Todo cambió de un momento a otro y el trato entre la gente comenzó a ser menos personal y más virtual; se masificó el teletrabajo con aquellos que podían hacerlo y se vieron con más claridad los conceptos de quienes profetizaban las profesiones del futuro, solo que el futuro se había convertido en presente.
Los tiempos cambiaron de un día para otro y los trabajos también aceleraron ese proceso.
Pero también los oficios cambiaron su enfoque; ahora se hablaba de turnos para esto, turno para aquello, hasta turno para ir al restaurant o a la peluquería; de la manera en que el albañil o el plomero debían manipular y limpiar sus herramientas y su indumentaria para prevenir contagios; del respeto que debemos tener a la hora de entrar a un almacén, en pequeños grupos, formando fila afuera y tomando distancia, como en la época del cole viste?.
Ni que hablar del personal sanitario, que debió reconvertir su trabajo para que los hospitales puedan recibir a contagiados, a otros pacientes y a ellos mismos sin pescar el virus y así tantas otras profesiones y oficios que se desempeñarán de una forma diferente a la que conocimos hasta ahora.
Al igual que en el resto del país y del mundo, por la pandemia en Salta ese 1 de mayo de 2020 se vivió un Día del trabajador monopolizado por las redes sociales, que se acordaron de saludar por igual a quienes tenían por aquellos días la bendición de tener un laburo y también a quienes no lo tenían, que eran muchos; sin homenajes físicos a los mártires de Chicago, ni festejos corporativos en grupo, ya que el asado o el locro del 1° de mayo quedaron ese día limitados solo para uso solo familiar.
Claro, también hubo entre los millenials y los más viejitos un minuto para evocar la Clásica 1° de mayo, que ese año, no pudo darle vértigo a las calles de la ciudad.