El suyo es un Pontificado marcado por la pasión por la evangelización y el camino constante de reforma de la Iglesia en sentido misionero. Una década en la que el tiempo ha asumido dos dimensiones distintas: la progresiva, para iniciar procesos, y la circular, para salir al encuentro de los demás y volver enriquecidos de pensamiento y corazón
"El tiempo es superior al espacio": esta afirmación del Papa Francisco, contenida en su primera exhortación apostólica, Evangelii gaudium, resume los diez años transcurridos desde el inicio de su pontificado. De hecho, para Jorge Mario Bergoglio -el primer Papa jesuita, el primero originario de América Latina, el primero en elegir el nombre de Francisco y, en tiempos modernos, en ser elegido tras la renuncia de su predecesor- el espacio cristaliza los procesos, el tiempo en cambio se proyecta hacia el futuro y nos impulsa a caminar con esperanza. He aquí, pues, que esta comprensión del tiempo se convierte en clave para interpretar el actual pontificado, que se despliega en dos modalidades: una progresiva y otra circular. La primera es la que permite "iniciar procesos"; la segunda, en cambio, es la dimensión del encuentro y de la fraternidad.
En la dimensión progresiva está, en primer lugar, la Constitución Apostólica Praedicate evangelium: promulgada en 2022, da una estructura más misionera a la Curia. Entre las novedades introducidas están la creación del Dicasterio para el Servicio de la Caridad y el nuevo Dicasterio para la Evangelización, presidido directamente por el Pontífice. El documento también se centra en la participación de laicos y laicas en la Curia Romana y culmina las numerosas reformas puestas en marcha, a lo largo de una década, por el Papa Francisco en el ámbito económico y financiero, incluida la creación de la Secretaría para la Economía en 2015.
Los procesos iniciados por Bergoglio se refieren también al ecumenismo, el diálogo interreligioso y la sinodalidad. En 2015 se instauró la Jornada Mundial de Oración por el Cuidado de la Creación, que se celebraría cada año el 1 de septiembre junto con la Iglesia Ortodoxa, para exhortar a los cristianos a una "conversión ecológica". Una exhortación reiterada también en la segunda encíclica del Pontífice (la primera, Lumen fidei, la comparte con su predecesor, Benedicto XVI), Laudato si' sobre el cuidado de la casa común, publicada también en 2015. La idea central del documento es la exhortación a un "cambio de rumbo" para que el hombre asuma el compromiso de uidar la casa común". Un compromiso que incluye también la erradicación de la miseria, el cuidado de los pobres y el acceso justo, para todos, a los recursos del Planeta.