Con la adhesión casi total de los gremios del transporte, el músculo más vigoroso para garantizar alto acatamiento en una huelga, la CGT activa hoy su segundo paro general en cinco meses contra la gestión de Javier Milei.
La protesta, que durará 24 horas y será sin movilización callejera, es en rechazo al rumbo económico del Gobierno y tiene como una de sus finalidades condicionar la votación de la Ley Bases y el paquete fiscal, dos iniciativas sensibles para los sindicatos porque incluye una reforma laboral y la restitución del impuesto a las ganancias.
El impacto de la huelga, que cuenta con el respaldo político del peronismo y las fuerzas de izquierda, se encamina a ser el más contundente de los últimos 20 años.
Ni las diferentes gestiones kirchneristas ni la de Cambiemos habían logrado unir el rompecabezas sindical. Hay que remitirse a la crisis de 2001 o al segundo mandato menemista para encontrar una confluencia multisectorial como la que articulará hoy.
Se unirán en rechazo al ajuste y a las reformas libertarias las tres centrales obreras, movimientos sociales, organizaciones de jubilados y agrupaciones estudiantiles. Hasta se apilaron adhesiones de diferentes centrales sindicales del exterior con advertencias sobre lo que consideran un dramático aceleramiento de la crisis económica y social desde la llegada de Milei al poder.