Los primeros negocios en abrir sus puertas fueron las farmacias, panaderías y supermercados, todos bajo la categoría de esenciales, pero había pocos clientes dentro, y en las calles circulaba un puñado de personas que lo hacían solas o con sus mascotas, observó Télam en una recorrida por barrios porteños.
El aislamiento estricto que anunció en la noche del jueves el presidente Alberto Fernández, que comenzó a regir a las 0 horas de este sábado y se extenderá hasta el 30 de mayo inclusive, limita las actividades sociales, económicas, educativas, religiosas y deportivas en forma presencial, con la salvedad de los comercios esenciales que deben funcionar con servicio a domicilio y para llevar.
La circulación sólo está permitida en las cercanías del domicilio, entre las 6 de la mañana y las 18, o por razones especialmente autorizadas.
Desde la medianoche, se realizan fuertes controles en los 56 accesos habilitados para ingresar a la Capital Federal, 50 de ellos a cargo de efectivos de la Policía de la Ciudad, y el resto de personal de la Prefectura Naval y de la Policía Federal. Otro 71 acceso fueron cerrados.
En el centro porteño la imagen de calles vacías y avenidas con pocos vehículos y algunos taxis se repetía.
La tradicional y transitada calle Florida parecía un sitio abandonado, con negocios cerrados y los pocos que decidieron abrir sus persianas estaban vacíos.
En la Ciudad las autoridades permitieron que los comercios no esenciales, como de ropa o decoración, abran sus puertas pero atiendan a sus clientes en la calle, y las compras deben hacerse en forma previa a través de medios electrónicos o por teléfono, a diferencia de la provincia de Buenos Aires, donde solo funcionan los negocios esenciales, como supermercados, farmacias o ferreterías, el línea con el DNU que estableció las restricciones publicado anoche.