La actitud de Loyola Pinto de denigrar a García por su afinidad con los medios, dejando entrever que lo que busca solo es un interés económico como reparación al daño sufrido, viene a confirmar un proceder institucional que continúa agrediendo y revictimizando a las personas abusadas por el clero católico.
Extirpar el flagelo del abuso sexual eclesiástico no será posible con posturas autoritarias y abusivas de sus máximas autoridades sino cuando la Iglesia Católica ajuste su estructura y accionar internos a los principios del derecho internacional de los derechos humanos, donde la vida y dignidad de las víctimas es el primer bien a proteger.
La palabra de la víctima
También Juan Carlos García se expresó respecto de los dichos de Loyola Pinto en el siguiente comunicado:
En primer lugar ratificar mi repudio ante sus declaraciones, que buscan victimizar al victimario cuando el afirma que: “La situación del padre Lamas es una situación dolorosa para él – en primer lugar – porque ha recibido una pena muy fuerte, la más grave, la pérdida del estado clerical”. Ante estos dichos es necesario reafirmar que las verdaderas víctimas de un pederasta como Emilio Lamas y sus hechos somos Carla, yo y todas las victimas que aún no hablan y las que ya han denunciado, según lo reconoce el propio comunicado del arzobispado. Loyola no se refiere a las consecuencias que las víctimas de abuso sufrimos después de estos hechos: depresión, intentos de suicidio e innumerables consecuencias psicológicas negativas para quienes sobrevivimos a estas tragedias.
Como lo exprese en mi primera contestación al arzobispado, mis denuncias verbales fueron en tiempo y forma de los hechos sucedidos, donde con nombres y apellidos expongo mis pedidos de ayuda en el seno de la Iglesia, hasta la reunión del entonces arzobispo Blanchud con mi madre, al conocer los hechos.
Loyola Pinto intenta descalificar mis denuncias, aludiendo a que hice público mi caso por mi “afinidad con los medios”. No, señor Loyola! denuncio públicamente mi caso, para que se termine con la impunidad y el encubrimiento que viabiliza el juicio y procedimiento canónico de la Iglesia; para que la justicia civil y penal, quien recibió mi denuncia hace más de un año, por fin comience a actuar.
Sobre su aseveración suspicaz ante las declaraciones de Alejandro Pezet en el audio publicado por la prensa, donde me plantea una reparación económica para que esto no “trascienda”, los mismos son claros y contundentes.
Concluyendo con sus dichos, vuelve a defender a Lamas planteando lo que hizo a lo largo de su ministerio sacerdotal, en donde "hizo mucho bien en la comunidad de Rosario de Lerma y que en la vida del padre Lamas hubo mucho fruto espiritual” dejando ver que para la Iglesia un violador de niños tiene “claros y oscuros”, mostrando así la tolerancia y paños fríos ante estos gravísimos casos y preparando el terreno en la opinión publica para una nueva impunidad.
Le respondo citando: “Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojala fueses frío o caliente! (Apocalipsis 3:15) Pero cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitare de mi boca”.
Por último, cierro mi comunicado volviendo a exigir justicia, que sean juzgados y condenados Emilio Lamas y sus encubridores. Y citando a Mateo 18: 6.
“Pero al que haga tropezar a uno de estos pequeñitos que creen en mí, mejor le sería que le colgaran al cuello una piedra de molino de las que mueve un asno, y que se ahogara en lo profundo del mar”