En prácticamente cinco meses, desde que sucedió el hecho, el fiscal general Eduardo José Villalba de la Unidad Fiscal Salta logró la condena de Teodoro López Vilca a 6 años y 6 meses de prisión por el delito de transporte de estupefacientes.
La sentencia fue dictada por el juez federal Mario Marcelo Juárez Almaraz del Tribunal Oral Federal 1 al término del juicio seguido contra López Vilca, realizado entre el 31 de agosto pasado y el 2 de septiembre, lapso en que la fiscalía consolidó la acusación y obtuvo la condena impuesta.
López Vilca, quien se definió como agricultor, fue detenido el 27 de marzo pasado cuando conducía una camioneta Toyota Hilux con 106 kilos de marihuana y 43 de cocaína. Lo hacía en horas de la madrugada y a ciegas, pues iba con las luces apagadas y había tapado con cinta las ventanillas.
Obviamente que la carga que llevaba explicaba tanta previsión, aunque lo que más sorprendió fue que lo hacía por un sendero de montaña y precipicios en el Paso Huaytiquina, ubicado a 4.000 mil metros de altura sobre el nivel del mar.
Es que incluso allí, los narcotraficantes saben que no pueden relajarse, pues en esos confines más inhóspitos del territorio nacional, siempre está latente posibilidad de toparse con una patrulla de gendarmes, tal como sucedió en este caso.
Al presentar la acusación -en el alegato de apertura del juicio- el fiscal Villaba, asistido por la auxiliar fiscal Roxana Gual, dio detalles del hecho. “López Vilca, quien dice ser un simple agricultor, estaba a escasos 600 metros de pasar a Chile con la droga que había traído desde Bolivia, pasando por nuestro territorio”, explicó.
La maniobra, sin embargo, fue frustrada por la “heroica labor que personal de Gendarmería Nacional lleva adelante al custodiar cada palmo del país. En medio de la noche y a la luz de la luna, los gendarmes, que saben de la experticia de los que operan en el narcotráfico, detectaron la presencia del rodado con sólo escuchar el motor”.
Y, ante la voz de alto, el mismo López Vilca detuvo la camioneta se apresuró en bajar del rodado y reconoció su delito. “¡Narcotráfico Jefe!”, gritó, para luego someterse a la tarea de rigor de los gendarmes, quienes para resguardar la seguridad y cumplir con los protocolos del caso, trasladaron el rodado hasta la base en San Antonio de los Cobres.
Nueva ruta
No hubo que husmear demasiado, pues López Vilca llevaba la droga en el asiento trasero de la camioneta. En bolsas de arpilleras, llevaba 106 ladrillos de marihuana y otros 43 de cocaína, droga que había salido del departamento boliviano de Potosí, a más de 600 kilómetros por camino de montaña.
López Vilca, que esta vez hacía de conductor y no de agricultor, había traspasado la frontera hacia Argentina casi bordeando la Cordillera de los Andes, una ruta que en los últimos años aparece como la nueva vía de tráfico, pues permite a las organizaciones narcocriminales sortear controles fijos, a lo cual se suma un rápido ingreso a Chile.
A lo largo del juicio, la fiscalía pudo ratificar la acusación a partir de las declaraciones testimoniales, tanto de los gendarmes como de los testigos civiles y peritos, quienes realizaron estudios de la droga y analizaron los teléfonos celulares y satelitales que se hallaron en la camioneta.
Ya en los alegatos sobre la responsabilidad penal del acusado, el fiscal Villalba dio por acreditado el hecho con “certeza absoluta”, como así también confirmó la acusación penal por el delito de transporte de estupefaciente, en grado de autor.
Calificó de grave el hecho, pues la pericia química confirmó la alta pureza de la droga incautada, de cual se pueden obtener más de 4 millones de dosis umbrales. “La responsabilidad penal fue admitida por López Vilca desde que se bajó del vehículo y reconoció su rol, incluso lo admitió al prestar declaración”, resaltó el fiscal.
“Si bien la confesión por sí sola no puede sustentar una condena, la prueba expuesta durante el debate permite tener por acreditado el hecho y la responsabilidad del imputado”, indicó el fiscal, quien, para que no queden dudas, resaltó algunos aspectos del caso.
“Cuando me refiero a la luz de la luna, no lo hago en sentido figurativo, pues las fotografías exhibidas demuestran que se trata de una luz imponente en la cordillera de los Andes, que hace que mágicamente parezca de día y no se puede pensar que una persona conduzca con la luz apagada en lugares donde existen precipicios de más de 300 metros”, expresó.
Por esta misma razón –agregó- Gendarmería Nacional vela en esos lugares, pues sabe que es zona de tránsito de narcotráfico y que “a personas como López Vilca se les encomienda el traslado de estupefacientes. Además, de que el vehículo tenía las luces apagadas, cabe reparar que llevaba combustible suficiente para llegar a Chile”.
“No es un novato”
Además, y según los antecedentes penales del acusado, se puede concluir que López Vilca “no es un novato” en actividades de narcotráfico. Proviene de la localidad de Soniquera, un poblado enclavado en una zona desértica del departamento boliviano de Potosí.
De este poblado, casualmente, salieron otros avezados conductores con el mismo encargo: el transporte de importantes cargas de droga desde Bolivia, a través de Argentina para terminar en Chile, casos por los cuales la justicia federal de Salta ya dictó varias condenas. Prueba de ello, el vehículo llevaba en la parte trasera una chapa patente de Bolivia y delante de Chile.
Respecto al daño, el fiscal resaltó el perjuicio que conlleva la misma en detrimento de la salud pública, que es el bien jurídicamente protegido. “La droga es muerte y corroe el tejido social”, afirmó Villalba al pedir la declaración de culpabilidad para López Vilca.
Por su parte, y dado el reconocimiento del hecho por parte del acusado, su defensa compartió el pedido de la fiscalía respecto a la responsabilidad penal, lo que también fue compartido por el juez Juárez Almaraz, quien, a título de tribunal unipersonal, declaró culpable a López Vilca.
Al momento de debatir sobre la pena, y tras analizar la modalidad del hecho y las graves implicancias que podrían haber causado, el fiscal solicitó para el imputado una pena de 7 años de prisión, como así también el decomiso de la camioneta y la destrucción de la droga secuestrada.
La defensa, en tanto, alegó por una pena más baja, reclamó circunstancias atenuantes, entre ella las responsabilidades del mismo con otros familiares y el hecho de que no haya implicado a otros en la conducta delictiva, para con ello solicitar una pena de 5 años de prisión.
Tras analizar los pedidos, el juez resolvió condenar a López Vilca a 6 años y 6 meses de prisión, condena que consideró “ajustada a derecho” y en mérito de todas las condiciones personales, sociales, laborales y económicas ventiladas en el debate.