Ante la condicionalidad de la pena, la jueza impuso a la condenada la obligación de dar cumplimiento a las siguientes reglas de conducta: fijar residencia y someterse al cuidado de un patronato y prohibición de acercamiento a la víctima, su domicilio y lugares donde la misma concurra habitualmente.
Sánchez tomaba mate con la víctima, que vive en el barrio Roberto Romero de Tartagal. La víctima se durmió al poco tiempo, lo que aprovechó para concretar el robo.