El juez Francisco Mascarello, vocal de la Sala VII del Tribunal de Juicio, condenó en audiencia unipersonal a H. M. R. (64) a la pena de once años de prisión de ejecución efectiva por resultar autor material y penalmente responsable de los delitos de abuso sexual gravemente ultrajante agravado por la guarda continuado, abuso sexual con acceso carnal agravado por la guarda continuado en perjuicio de S. A. F, y por el delito de estupro agravado por la guarda continuado en perjuicio de C. N. J. F.,
El juez ordenó que el condenado continúe alojado en la Unidad Carcelaria 1 y recomendó al director del Servicio Penitenciario de la Provincia de Salta que se le brinde tratamiento psicológico al imputado.
Finalmente, el juez ordenó la extracción de material genético del condenado por parte del Servicio de Biología Molecular del Departamento Técnico del Cuerpo de Investigaciones Fiscales (CIF), previa asignación del Dato Único de Identificación Genética (DUIG), para su incorporación al Banco de Datos Genéticos.
El imputado fue denunciado por su cuñada, quien es madre de una de las menores víctimas (C. N. J. F.). El acusado es, a su vez, padrastro de la otra menor damnificada (S. A. F.).
Según consta en la causa, el 28 de octubre de 2016 la denunciante entró a la habitación de su hija C. N. J. F., quien se encontraba en compañía de su sobrina S. A. F., y observó que ambas estaban llorando. Cuando les preguntó qué les pasaba, su hija le contó que su “tío” (H. M. R.) -quien decía ser clarividente y era conocido como “curandero”- le había advertido que iba a tener un futuro negro y que su espíritu debía ser sanado a través de un ritual destinado a sacarle todo el “karma”. La menor detalló que el ritual consistía en que tenía que desnudarse mientras el “tío” la tocaba y posteriormente la penetraba. La menor le relató la denunciante que los abusos habían ocurrido en cuatro ocasiones, en diferentes lugares: el taller mecánico donde trabajaba H. M. R., en la casa del acusado y en una pieza alquilada frente al Hospital San Bernardo. El acusado le decía que guardara el secreto y le advertía que si no accedía a esos encuentros le iban a suceder cosas malas.
En esa misma oportunidad, S. A. F., sobrina de la denunciante e hijastra del imputado, confesó que su padrastro también había abusado de ella desde los 5 hasta los 8 años de edad. La menor le precisó a su tía que le había contado a su madre acerca de estos hechos pero que ella no le había creído.