En el requerimiento a juicio contra el sacerdote por los delitos de abuso sexual gravemente ultrajante y abuso sexual simple agravados por ser el autor “ministro de un culto reconocido”, la fiscal penal María Luján Sodero de la Unidad Fiscal de Delitos contra la Integridad Sexual (UDIS), resaltó varios testimonios vertidos durante la investigación penal del caso.
En ellos se destacan las precisiones que brindaron los distintos psicólogos que realizaron las correspondientes pericias, tanto al acusado como a los tres denunciantes, ex integrantes del Instituto Religioso Hermanos Discípulos de Jesús de San Juan Bautista.
Respecto a la personalidad del sacerdote, uno de los profesionales señaló entre sus conclusiones que “la elección de la carrera sacerdotal esconde en sí misma el secreto de sus más profundas heridas, sus renuncias y sus frustraciones. (…) Presenta una estructura de personalidad compleja.
La profesional explicó que esto favoreció la escisión de su estructura psíquica y la conformación de dos partes que coexisten en él, una que permite la adaptación efectiva en distintos aspectos de su vida, como el laboral y el social; y otra vinculada a aspectos propios más desajustados, agresivos, impulsivos y tendientes a la invasión de la subjetividad del otro.
Por otra parte y respecto a la identidad del acusado, sostuvo que “desde la construcción de su identidad, se identifica con los valores propios de la doctrina que predica y desde allí estableció una vinculación con el mundo impregnada por un posicionamiento vincular asimétrico (por encima del otro) en el que busca ser admirado y reconocido.”.
Agregó que “de lo evaluado puede decirse que (Rosa Torino) establece vínculos intelectualizados, que desde la afectividad no están facilitados por la empatía, ya que precisa desconectar sus emociones como una manera de ejercer control sobre ellas. Asimismo, establece vínculos asimétricos desde los cuales puede ejercer el poder sobre el otro devenido en condición de vulnerabilidad.”.
“Tanto en su lenguaje verbal como en sus proyecciones técnicas, se observa el despliegue de un doble discurso que da cuenta de la existencia y coexistencia de aspectos desintegrados de su personalidad.”.
“El doble discurso deja a su interlocutor siempre ante la vulnerabilidad que genera la incomprensión acerca de lo que él dice, posicionándose en un lugar de saber y de impartición de conocimientos, pero siempre a expensas de dejar al otro en un lugar de inferioridad con respecto a él.”, agregó la licenciada respecto al acusado.
Para la fiscal este cuadro sumado a un gran cantidad de testimonios de otros ex integrantes de dicha orden religiosa, quienes coinciden con los conceptos señalados por la psicóloga, evidencian con claridad la verdadera personalidad del acusado, quien se valió de su ascendencia sobre los mismos para manipular situación que lo colocaron en posición de invadir y abusar de la sexualidad de los mismos.
Las víctimas
En cuanto a los tres denunciantes, víctimas de los abuso sexuales imputados al sacerdote, los profesionales que realizaron los correspondientes estudios psicológicos, señalaron de manera coincidente el hecho de que los ex integrantes del instituto religioso se hallaban en “estado de vulnerabilidad” por distintos episodios, ya sea intrafamiliar o personal.
Al respecto, se señaló en cuanto a una de las víctimas que la misma “presenta una dinámica familiar disfuncional, con vínculos e identificaciones fallidas, con referentes incapaces de brindar contención y apoyo; que su historia de vida lo posiciona en un lugar de vulnerabilidad; que su personalidad es de tipo dependiente, y las carencias afectivas lo ubican en una posición de indefensión, por lo que ante situaciones de riesgo o amenazas se paraliza.”.
También refirió que en el denunciante “no se evidenciaron indicadores de mendacidad o fabulación”, mientras que “en el área sexual se observan fallas en la identificación masculina; presentando indicadores compatibles con vivencias de agresión sexual.”.
Respecto al relato de otro de los denunciantes, se señaló que “lo expuesto se relaciona con vivencias pasadas de situaciones en las que se sintió invadido y atacado en su integridad y, al no encontrar una solución favorable a sus problemas, manifiesta que intentó quitarse la vida en tres oportunidades.”.
“De ello se infiere además un importante monto de angustia y ansiedad, de tristeza y pesar, de estados de ánimo depresivos y disfóricos (emoción desagradable) frente a los que no puede implementar mecanismos de defensa.”.
Agregó que estos indicadores son compatibles “con haber vivido escenas traumáticas de índole sexual, que incidieron de manera desfavorable en la conformación de su personalidad”. Asimismo, señaló expresamente que: “De las características de funcionamiento del pensamiento precedentemente descriptas, se desprende que el joven no presente tendencia a fabular ni a confabular. De igual modo no se observa tendencia a la mendacidad (…) No se observan indicadores que den cuenta de una organización psicopática de personalidad ni tendencia a la manipulación de personas ni de situaciones”.
Estos conceptos para la fiscal evidencian las lesiones, tanto físicas como emocionales y de formación en la psiquis de las víctimas, las que son atribuibles al accionar que desplegó el sacerdote en la comisión de los abusos sexuales cometidos durante el tiempo que estuvo como director del instituto religioso, por él mismo fundado.